El Repertorio Del Escéptico (The Skeptic’s Repertoire ES)
El repertorio del escéptico – Dos tipos de argumentos personales

El repertorio del escéptico – Dos tipos de argumentos personales

Resumen:

  • Existen numerosas estratagemas discursivas que pueden utilizarse para ganar una discusión o influir en el público.
  • La homonimia es un truco retórico que consiste en tergiversar el significado de una de las palabras clave de la disputa.
  • La categorización es un truco cuyo objetivo es asignar una categoría o connotación desagradable a una afirmación hecha por un oponente.
  • Ambas estratagemas se utilizan en los medios de comunicación tradicionales y sociales.

Aunque las disputas públicas son esenciales en las sociedades democráticas, no todas las discusiones se ganan sopesando los hechos y considerando las razones. En su libro «El arte de tener razón» [1], Arthur Schopenhauer explica con cierta ironía los trucos que uno puede utilizar para ganar una discusión. No es de extrañar que un breve análisis de esas estratagemas revele que se utilizan habitualmente en la actualidad. El objetivo de este artículo es presentar un par de trucos fáciles utilizados por personas influyentes para ganar disputas y atraer al público a su lado.

Hay que señalar que las estratagemas comentadas no son necesariamente honestas en su objetivo de llegar a una conclusión bien fundamentada – Schopenhauer podría haber descrito igualmente las tácticas utilizadas por los enemigos despreciados. El juicio al respecto se dejará al lector.

La homonimia

Los homónimos son palabras que tienen la misma ortografía (homógrafos, por ejemplo, sirena – ninfa marina / sirena – aparato que emite sonido /) o pronunciación (homófonos, por ejemplo, vaya – forma del verbo ir / valla – cerca, vallado), pero tienen significados diferentes. La estratagema de la homonimia consiste en formular un argumento desviando la atención de la cuestión mediante el uso de un significado diferente de una palabra determinada.

Un ejemplo de esta estratagema puede verse en la frase que se utiliza a veces para describir la evolución como «sólo una teoría» [2]. Una consulta al diccionario [3] revela que la palabra teoría tiene tres significados básicos. La definición marcada como nº. 1 explica que una teoría es «una o varias ideas que explican cómo o por qué sucede algo», mientras que la nº 3 afirma que es «una idea que se cree verdadera aunque no se tenga ninguna prueba». Este parece ser el significado de la palabra aplicado por los opositores a la idea innovadora de Darwin. Sin embargo, la definición nº 2 da el siguiente significado «el conjunto de principios generales en los que se basa un tema concreto». De hecho, una teoría científica es más que eso. Citando a la Enciclopedia Británica, es «una estructura sugerida por estas leyes (empíricas) y (…) concebida para explicarlas de manera científicamente racional» [4]. También sería prudente consultar a un autor que lo exprese con más claridad: «Una teoría es algo evolucionado (…) para ajustarse a los hechos conocidos. Es una teoría exitosa si sobrevive a la introducción de hechos hasta ahora desconocidos. Y se convierte en una teoría aceptada si puede hacer predicciones precisas sobre cosas o acontecimientos que aún no se han descubierto, o que aún no han ocurrido» [5].

En otras palabras, quienes tratan de descartar la evolución utilizan selectivamente una palabra clave para limitar el alcance de la disputa a un nivel simplificado. Ya sea deliberadamente o no, de forma consciente o no. 

Categorización

Categorizar es una estratagema muy utilizada en el discurso político actual. Puede aplicarse a una afirmación «incluyéndola en alguna categoría odiosa, aunque la conexión sea sólo aparente o de carácter impreciso» [1]. Es posible arrojar sospechas sobre un argumento generalizando su premisa y afirmando que es, por ejemplo, mero idealismo. Mediante el uso de tal etiqueta, explica el filósofo, se consiguen dos objetivos. En primer lugar, se rechaza el argumento del oponente, en cierto modo, diciendo que es antiguo y comúnmente conocido; en segundo lugar, insinuando que «el sistema al que se refiere ha sido totalmente refutado» [ibidem].

La popularidad de esta estratagema se debe a la facilidad con la que se puede aplicar. No requiere abordar aspectos individuales del asunto en cuestión y permite al orador desplazar el foco del argumento a una categoría general y potencialmente vaga.

El discurso político actual ofrece numerosos ejemplos de cómo se aplica esta estratagema. En respuesta a las protestas generalizadas contra la aplicación de una estricta ley antiaborto en Polonia, Jarosław Kaczyński, el líder de un partido conservador católico polaco que tiene la mayoría de los escaños en el parlamento polaco desde 2015, declaró que todo lo que está fuera de las enseñanzas de la Iglesia católica es nihilismo [6, 7, 8]. De esta manera, todos los argumentos contra la decisión del gobierno fueron etiquetados y pudieron ser desechados colectivamente como una categoría.

La aplicación de esta estratagema también permitió descartar los argumentos contrarios con el argumento de que no siguen la moral católica, insinuando así que sólo la autoridad católica puede imponer normas morales. Esta posición tan conveniente debía convertir el debate sobre el aborto en un conflicto mayor de cristianos polacos contra otros, los que se adhieren al nihilismo, una filosofía poco clara con connotaciones negativas. La artimaña tuvo cierto éxito porque los matices biológicos, éticos y legales del aborto son mucho más complicados que una clara distinción entre nosotros y ellos, y en consecuencia mucha gente elegirá una versión simplificada del dilema.

En la época de los propagandistas, populistas, especialistas en relaciones públicas y agentes de marketing altamente capacitados y bien pagados, es crucial que los miembros de las sociedades modernas sean capaces de reconocer los diversos trucos utilizados para influir en sus opiniones. Los pensadores históricos pueden ser de ayuda, ya que fueron ellos los que inventaron o describieron diversos enfoques de la retórica o la dialéctica, y pueden, en consecuencia, ayudar a armar al escéptico con las herramientas adecuadas para defenderse de la manipulación y la desinformación de los medios de comunicación.