Entonces, ¿qué posibilidades hay de que entremos en contacto con vida inteligente que no se haya originado en la Tierra? Bueno, si se toma la inmensidad del universo como guía, parece bastante improbable que la Tierra sea el único lugar que albergue vida inteligente, como ha declarado recientemente el jefe de la NASA, Bill Nelson [3]. Las preguntas más pertinentes son: ¿dónde están, en qué nivel de desarrollo se encuentran y, teniendo en cuenta el tiempo que se necesita para enviar y recibir señales a través de una vasta galaxia, siguen existiendo?

Las civilizaciones inteligentes extraterrestres comunicantes (CETI, por sus siglas en ingles) se han estudiado desde hace ya algún tiempo. Entre otros, el instituto de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI, por sus siglas en inglés) [4] lleva décadas escudriñando las estrellas en busca de vida extraterrestre sin un éxito claro, aunque proporcionan una gran cantidad de datos y formación a los investigadores de exoplanetas*.

El proyecto Breakthrough Listen de Yuri Milner [5], apoyado por el difunto y gran profesor Stephen Hawking, utiliza ahora varios telescopios y el instituto SETI para buscar CETI. Sus científicos están interpretando actualmente las señales de radio recibidas, y lidiando con los problemas que plantean las señales lejanas y las interferencias de radio [6].

Observando cómo se atenúa la luz de una estrella cuando un planeta pasa por delante de ella, los investigadores pueden aprender sobre ese planeta [7]. Gran parte de la búsqueda de vida en planetas lejanos consiste en observar de cerca sus atmósferas y buscar sustancias químicas como los clorofluorocarbonos (CFC) [8], como los que se encuentran históricamente en la laca para el pelo, que podrían indicar daños medioambientales causados por una civilización con capacidad tecnológica. Lo interesante de los CFC es que probablemente estarían presentes en la atmósfera de un exoplaneta hasta 100.000 años después de su uso, mucho más tiempo que los biomarcadores a corto plazo, como el oxígeno, lo que los convierte en una herramienta útil para detectar civilizaciones extinguidas hace tiempo, cuando el oxígeno ya no está presente en la atmósfera.

Los telescopios, cada vez más grandes y potentes, han permitido a los científicos buscar en nuestro rincón de la galaxia planetas similares a la Tierra [9], pero ¿nos están observando ya los extraterrestres? Pues bien, parece que la vida en la Tierra podría haber sido vista desde 1715 sistemas estelares en un radio de 100 parsecs* del Sol desde los albores de la civilización humana. Esto significa que los CETI podrían ver nuestro desarrollo, ya que varios de estos sistemas albergan exoplanetas conocidos.

Las ondas de radio de la Tierra ya han pasado por 75 de nuestros sistemas estelares más cercanos. Esto significa que los habitantes de los exoplanetas cercanos con una capacidad tecnológica similar a la nuestra podrían potencialmente ser capaces de ver y estudiar la Tierra de forma limitada a nuestro paso por el Sol, incluso rastreando los cambios posteriores a la revolución industrial en los niveles de CO2 de nuestra atmósfera.

La NASA propuso recientemente un nuevo marco para la comunicación con los científicos y el público sobre la búsqueda de nuevas formas de vida [10]. Esto es particularmente importante en la estela de los medios de comunicación social, cuando prácticamente cualquier descubrimiento puede ser torcido y retorcido fuera de todo sentido para producir artículos de noticias sensacionalistas. Los protocolos propuestos ayudarían a los científicos a mostrar sus descubrimientos a un público comprensiblemente intrigado, pero conservando el sentido y la integridad de la información que comparten. Algo crucial, en una época en la que el primer contacto con otras civilizaciones podría producirse, y dicho hecho, mal comunicado,  podría ser fácilmente la fuente de un pánico generalizado [11].

Pero, ¿dónde están todos los extraterrestres? Tomando la vida en la Tierra como guía, los científicos estiman que actualmente podría haber entre decenas y cientos (según el modelo utilizado) de CETIs en nuestra galaxia [12]. Si estuvieran repartidos uniformemente por la galaxia, aunque no hay ninguna razón en particular para que lo estén, esto significa que el CETI más cercano estaría a miles o decenas de miles de años luz de distancia, lo que haría que la comunicación fuera entre difícil y prácticamente imposible con nuestro nivel actual de desarrollo tecnológico.

¿Podrían haber llegado ya los extraterrestres aquí? De acuerdo, nos adentramos un poco más en el terreno de la ciencia ficción no del todo infundada. El término objeto volador no identificado (OVNI) fue acuñado por el ejército estadounidense en la década de 1950 para describir objetos en movimiento inexplicables (al menos para la población en general y para aquellos que no tienen suficiente autorización de seguridad) en el cielo.

El Congreso de los Estados Unidos encargó recientemente un informe no clasificado sobre los ovnis, que se publicó a mediados de 2021 en medio de un aluvión de expectativas y decepciones [13], ya que el informe preliminar parece un encogimiento de hombros de nueve páginas [14]. Parafraseando el texto: cientos de pilotos y espectadores en tierra han visto cosas en el cielo que se mueven de forma extraña y que tal vez no deberían estar ahí arriba, pero la mayoría de los informes de los testigos oculares no dan mucho pie a seguir investigando. Recientemente, dos pilotos de la Armada de EE.UU. describieron un objeto blanco en el cielo que reflejaba sus movimientos mientras volaban, pero las grabaciones de este tipo de eventos son escasas [15].

En 2020, se descubrió un monolito de 3 m de altura en el desierto de Utah, que fue retirado pocos días después. Se volvió a hablar de viajeros espaciales, ya que también se erigieron estructuras similares en California y Rumanía [16], aunque éstas parecen ser instalaciones artísticas más que estructuras extraterrestres. Por lo menos, esto demuestra que si los extraterrestres deciden visitarnos, deberían llegar en monolitos gigantes, ya que ésta es claramente una imagen de tecnología alienígena con la que nos sentimos muy cómodos. A Kubrick le habría encantado.