La idea de que el ser humano sólo utiliza el 10% de su cerebro es un «neuromito» muy extendido que ya hemos desmentido en uno de nuestros artículos. Posiblemente debido a esta idea errónea, las «drogas inteligentes», conocidas como potenciadores cognitivos (PC) o nootrópicos, son cada vez más populares, especialmente entre los estudiantes [1]. Según varios estudios, el consumo de PC entre los estudiantes de distintos países alcanza el 33%, dependiendo de la definición de dopaje cognitivo farmacéutico [2]. La Encuesta Mundial sobre Drogas indicó que, en el 47,8% de los casos, los estudiantes obtienen nootrópicos de amigos y familiares [3]. Esto plantea la posibilidad de que el uso no médico de potenciadores cognitivos sea un importante problema de salud pública, y la Asociación Médica Estadounidense ya se pronunció en 2016 en contra del uso no indicado de estos compuestos [4]. De hecho, más que «liberar un potencial sin explotar», la mayoría de los consejos médicos para mejorar la función cerebral aspiran a prevenir un deterioro en individuos con deterioro cognitivo, por ejemplo, en la enfermedad de Alzheimer o en pacientes con daño cerebral en desarrollo [1]. Debido a su creciente popularidad, este artículo pretende ofrecer una visión simplificada de cómo los PC pueden afectar a la cognición y resumir el consenso científico actual sobre si los nootrópicos funcionan en individuos sanos.

Los potenciadores cognitivos, más comúnmente conocidos como «fármacos para el estudio», «píldoras de memoria» o «píldoras de enfoque/concentración», son conocidos por su supuesta capacidad para mejorar las capacidades cognitivas. El cerebro puede describirse de forma simplista como una red de neuronas que se comunican entre sí; estas redes neuronales constituyen la base de la mayoría de las funciones cerebrales, incluidas las capacidades cognitivas [5]. Los nootrópicos pretenden mejorar la cognición modulando factores que afectan a la comunicación entre las neuronas o a la salud neuronal. En el primer caso, los PC pueden modificar directamente la actividad de los neurotransmisores, las señales que utilizan las neuronas para comunicarse. En el segundo, la promoción de una mejor salud neuronal puede lograrse protegiéndolas de procesos biológicos naturalmente nocivos. La función antioxidante de algunos nootrópicos puede reducir los subproductos de la respiración celular. Otros pueden aumentar la disponibilidad y el suministro de nutrientes, a través de una mayor circulación sanguínea [6,7]. En resumen, al dirigirse a la salud y la comunicación neuronales y fomentarlas, los nootrópicos pueden mejorar las capacidades cognitivas, como la memoria, la atención y la capacidad de aprendizaje.

Además, los potenciadores cognitivos no sólo se subdividen por su modo de acción, sino también por su origen. Así, pueden clasificarse en subgrupos sintéticos o naturales. Las moléculas sintéticas (tal y como las hemos definido anteriormente aquí) se producen artificialmente mediante combinaciones de sustancias químicas. El grupo de potenciadores cognitivos sintéticos más recetados y de los que más se abusa son los moduladores del sistema nervioso central (moduladores del SNC). Incluyen los estimulantes de tipo anfetamínico y otros moduladores directos de los neurotransmisores, como los conocidos Ritalin o Adderall. Estos fármacos actúan modificando el sistema de comunicación de nuestras neuronas, lo que mejora el rendimiento de la atención y la memoria. Otros moduladores del SNC son el piracetam, el modafinilo y el donepezilo, que también pueden mejorar aspectos de las capacidades cognitivas, aunque influyen en diferentes vías de señalización o «comunicación». Es importante destacar que muchos moduladores del SNC influyen en otras funciones corporales, como el estado de alerta, la presión arterial y la frecuencia respiratoria. Por lo tanto, estos moduladores suelen ser de venta con receta médica debido a su potencia y a sus peligrosos efectos secundarios, como la posible adicción y los trastornos del estado de ánimo y del comportamiento [7].

Por otro lado, los potenciadores cognitivos naturales suelen presentarse en forma de extractos de plantas/hierbas. Se cree que algunas plantas como la Bacopa monnieri, el Ginkgo biloba y el Panax ginseng tienen efectos nootrópicos que mejoran la memoria y la capacidad de aprendizaje [5-7]. Más concretamente, los compuestos que se encuentran en estas plantas, como los bacósidos y los ginkgólidos, generalmente actúan promoviendo la salud neuronal como antioxidantes o a través de propiedades estimulantes. Además, los ginsenósidos también pueden afectar a la liberación de neurotransmisores en el cerebro, lo que posiblemente conduzca a una mejor memoria [6]. Mientras que el contenido y los efectos de los potenciadores cognitivos sintéticos se conocen gracias a extensas pruebas de laboratorio, los naturales suelen tener composiciones químicas complejas que pueden diferir en función de muchos factores distintos [8]. Por lo tanto, los mecanismos de acción de los PC sintéticos suelen estar mejor descritos en comparación con los naturales.

En resumen, hemos discutido diferentes enfoques biológicos a través de los cuales los nootrópicos pueden influir en el comportamiento cerebral. La mayoría de los beneficios conferidos por los nootrópicos se han confirmado en pacientes con deterioro cognitivo diagnosticado, mientras que sus efectos en individuos sanos siguen sin estar claros [6-8]. En el futuro, será necesario realizar una revisión sistémica controlada de un gran número de individuos para determinar los posibles beneficios junto con todos los efectos perjudiciales del uso de nootrópicos a corto y largo plazo.